En la actualidad, la economía juega un papel crucial en la lucha contra el cambio climático. La forma en que producimos, consumimos y gestionamos nuestros recursos puede tener un impacto significativo en el medioambiente.
En este artículo, exploraremos dos modelos económicos opuestos: la economía lineal y la economía circular. También veremos cómo empresas como la nuestra lideran un modelo de negocio basado en la importancia de la economía circular para combatir el cambio climático y cuidar nuestro planeta.
¿Qué es la economía lineal?
La economía lineal es el modelo tradicional donde para fabricar productos se extraen materias primas, se produce y luego se desecha, sin tener en cuenta la huella ambiental y sus consecuencias. Este tipo de economía prioriza el beneficio económico, obviando la sostenibilidad, ya que los productos se fabrican con la finalidad de ser usados y tirados.
¿A qué nos referimos cuando hablamos de economía circular?
La economía circular se fundamenta en producir con el menor impacto medioambiental posible, es decir, tiene en cuenta que su sistema de producción deje la menor huella en el planeta. La economía circular es un modelo regenerativo y sostenible que busca maximizar el valor de los productos y materiales al mantenerlos en uso el mayor tiempo posible alargando su vida útil o dándoles una segunda oportunidad.
En lugar de desechar los recursos, la economía circular se basa en el principio de las tres “R”
- Reducir el consumo y optimizar los recursos que ya tenemos, sin tener que adquirir otros nuevos.
- Reutilizar el mayor número de veces posible los productos antes de darles un final.
- Reciclar separando los productos de manera adecuada una vez hayan finalizado su vida útil, para que se puedan transformar y volver de nuevo a la cadena productiva. Para ello, los SCRAP (Sistemas Colectivos de Responsabilidad Ampliada del Productor) son un gran aliado.
Este sistema se plantea como alternativa a la economía lineal, ya que en sus procesos de diseño, producción y consumo tiene como objetivo la sostenibilidad.
Sus principios promueven que la fabricación de productos conlleve minimizar la energía utilizada y que esta provenga de fuentes renovables, el uso de materias primas no contaminantes, que la vida útil no sea limitada, la posibilidad de reparación y que sean reciclables.
De esta forma podríamos indicar que las diferencias fundamentales entre la economía lineal y la circular es que la primera pone el foco en la rentabilidad sin preocuparse por el ciclo de vida del producto y la segunda apuesta por la sostenibilidad.
¿Cómo la economía circular puede influir en la competitividad empresarial?
La apuesta por la economía circular podría incrementar la competitividad empresarial, impulsar la innovación, el crecimiento económico y crear empleo mediante la aparición de nuevos perfiles profesionales. Según la Comisión Europea, se prevé la creación de 700.000 nuevos puestos de trabajo durante los próximos seis años, llegando a aumentar el PIB de la Unión Europea en un 0,5% adicional.
Muchas empresas ya conocen los beneficios económicos, sociales y medioambientales que conlleva este enfoque circular. Llevan años trabajando en estrategias que van desde el ecodiseño y reutilización de materiales en la fabricación hasta modelos de negocio basados en la circularidad.