¿Endeudarse es malo? La diferencia entre deuda buena y deuda mala

En el día a día, la palabra deuda suele generar rechazo. Para muchos significa perder el control de las finanzas o vivir con angustia. Sin embargo, no toda deuda es negativa. Existen dos categorías fundamentales: deuda mala, que resta valor, y deuda buena, que multiplica oportunidades. La clave está en entender la diferencia.

La deuda mala aparece cuando se utiliza crédito para pagar bienes de consumo que pierden valor rápidamente. Por ejemplo, en México alguien compra un celular de $15,000 MXN a 12 cuotas con tarjeta de crédito. Si paga intereses, terminará desembolsando cerca de $18,000 MXN por un activo que al final del año valdrá la mitad.

¿Endeudarse es malo? La diferencia entre deuda buena y deuda mala

En Colombia ocurre lo mismo con una motocicleta de $8 millones COP financiada al 2% mensual: tras dos años se habrán pagado casi $10 millones por un vehículo que se deprecia desde el primer kilómetro. Esa deuda no genera retorno, solo gasto.

¿Endeudarse es malo? La diferencia entre deuda buena y deuda mala

En cambio, la deuda buena es la que se asume para adquirir activos o experiencias que generan ingresos o valor a futuro. Pensemos en un pequeño empresario en Ciudad de México que financia una máquina de panadería por $100,000 MXN a un año. Sus cuotas mensuales son de $9,000 MXN, pero la nueva máquina le permite aumentar ventas en $15,000 MXN mensuales. Aquí la deuda impulsa el crecimiento. Lo mismo en Bogotá: un emprendedor pide $20 millones COP para abrir un café. Sus cuotas son de $1.1 millones al mes, pero el negocio factura $2 millones. El crédito deja de ser carga y se convierte en palanca.

Cuidado con lo que financias: la deuda que parece comodidad y termina siendo un peso

¿Endeudarse es malo? La diferencia entre deuda buena y deuda mala

El secreto está en evaluar si el dinero prestado trabaja para usted o contra usted. Si solo alimenta el consumo inmediato, la deuda es mala. Si, por el contrario, le abre la puerta a mayores ingresos o a un aprendizaje que se traduce en futuro productivo, la deuda es buena.

Al final, endeudarse no es un pecado financiero, sino una decisión estratégica. La diferencia entre hundirse o crecer está en la dirección de ese crédito. Como en el ajedrez, el movimiento importa más que la pieza: lo esencial es usar la deuda como herramienta, no como trampa.